Misión

 

Presencia en la misión


Fuera de Europa, las Seculares Combonianas han estado presentes en Ecuador, Colombia, Costa Rica, México, Egipto, Congo y Kenia
La presencia en Ecuador y Colombia nació de la reflexión de los obispos latinoamericanos sobre la prioridad de la animación misionera, plasmada en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Puebla (México) en 1979. Las dos primeras seculares combonianas marcharon a Ecuador en enero de 1980, y su actividad inicial fue la de colaborar en la difusión de la revista misionera Iglesia sin Fronteras. A ellas se sumaron otras que empezaron a visitar parroquias y escuelas, sensibilizando a todos sobre la vocación misionera de la Iglesia y las realidades de sufrimiento existentes en el mundo y cómo, desde el Evangelio, transformar esa realidad. También nació una colaboración a nivel nacional con las Obras Misionales Pontificias.
Con la misma finalidad de la animación misionera iniciaron su presencia en Colombia: en 1984 en Cali y en 1987 en Bogotá, la capital del país.
Hace algunos años se planteó en el Instituto la posibilidad de abrir nuevos caminos de animación misionera en ambientes extra-eclesiales. Con ese objetivo se abrió en Bogotá, en abril de 1993, el centro cultural Comunicaciones sin Fronteras con objeto de ofrecer libros, pósters, videos, exposiciones fotográficas y otras oportunidades de crecer en la dimensión de nuestra vocación misionera como católicos. El centro organizó también cursos de formación cristiana y seminarios sobre temas de espiritualidad misionera, tanto en Bogotá como en otras ciudades colombianas.
En octubre de 1992 llegaron también a México. Y con la admisión de los primeros miembros de Costa Rica, desde 1989 están asimismo presentes en esta Iglesia local, siempre para un servicio de animación misionera.
En 1988 llegaron por primera vez a África, a la República Democrática de Congo, con el fin de trabajar en los ambientes hospitalarios. La decisión de establecerse en África nació de la reflexión sobre su carisma comboniano, surgido para la regeneración de ese continente. Aunque pequeña, esta presencia es significativa para las misioneras seculares combonianas, porque les permite confrontarse más radicalmente con la experiencia de San Daniel Comboni en las situaciones del mundo actual.